Eran los miembros de la casta sacerdotal medo-persa de la época aqueménide y durante todo el reinado de Darío el Medo (521-486 a. C.) El nombre de mago se refería no a hechicero sino a hombre de ciencia, es posible que estos magos pertenecieran a la religión zoroastra.
Los Reyes Magos de Oriente es el nombre por el que la tradición denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, habrían acudido desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.
Oro: representa su naturaleza real, como presente conferido a los reyes;
Incienso: representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios;
Mirra: un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús.
El Evangelio de Mateo (2:11) es la fuente bíblica que menciona a unos magos quienes, tras seguir la Estrella de Belén buscan al «rey de los judíos que ha nacido» en Jerusalén. Un ángel previene a los magos de las intenciones que Herodes guardaba (matanza de los inocentes). Para entonces, José ha sido avisado en sueños de que debe huir a Egipto.
Según una leyenda, sus restos se encuentran en la Catedral de Colonia, Alemania, donde se encuentra el llamado Relicario de los Tres Reyes Magos.
Con el tiempo, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (el 6 de enero) y la festividad de los Reyes Magos, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo.
En México se encuentra el segundo santuario más importante del mundo con respecto a los Tres Santos Reyes, ubicado en la ciudad de Tizimín, Yucatán, siendo visitado por millares de personas durante las fiestas religiosas a finales de diciembre y principios de enero.